Ella recreaba fantasías, las plasmaba en sus versos y canciones. Sonreía, con esa sonrisa plácida del alma. El cuerpo pavesa danzarina se le iluminaba, mientras extendía las manos abrazando musarañas. Daba, siempre daba ¡tenía tanto para dar! Sin embargo, no sabe desde cuando la aprisionó la noria. Primero de a poquitos, después se le hizo grande, como una marmaja densa, invisible, atrevida. Se le fueron copando los poros de sustancias aciagas, pegajosas, capaces de endurecerla y gobernarla, de paralizarle los sentidos, de convertirla en piedra helada.
Y así vivió, sin darse cuenta, vivió, solo vivió. Le llegaban las noches, le llegaban las albas, el sol del mediodía, de los atardeceres y ella solo vivía.
Un día transparente, sin nubes, sin neblina, un día que asomaba diáfano, sustantivo, ella se levantó y se fue hasta la orilla y vio que el mar reía, que al estallar sus olas pequeñas juguetonas, la espuma blanca boca, risueña y alongada, le prodigaba hermosas y tenues carcajadas, entonces ella, esbozó una sonrisa, luego otra, otra, ¡ahora reía! como reía el mar. Se fundió su mirada en las aguas azules, en ritmos, en vaivenes y su boca se abrió como hacía tanto ¡tanto! y danzó entre los ecos de las caracolas, al son de los guijarros, en el ir y venir de las orillas. Voló con las gaviotas, cantó con los zarcillos y volvió de nuevo a construir quimeras, a dibujar castillos…
Y así vivió, sin darse cuenta, vivió, solo vivió. Le llegaban las noches, le llegaban las albas, el sol del mediodía, de los atardeceres y ella solo vivía.
Un día transparente, sin nubes, sin neblina, un día que asomaba diáfano, sustantivo, ella se levantó y se fue hasta la orilla y vio que el mar reía, que al estallar sus olas pequeñas juguetonas, la espuma blanca boca, risueña y alongada, le prodigaba hermosas y tenues carcajadas, entonces ella, esbozó una sonrisa, luego otra, otra, ¡ahora reía! como reía el mar. Se fundió su mirada en las aguas azules, en ritmos, en vaivenes y su boca se abrió como hacía tanto ¡tanto! y danzó entre los ecos de las caracolas, al son de los guijarros, en el ir y venir de las orillas. Voló con las gaviotas, cantó con los zarcillos y volvió de nuevo a construir quimeras, a dibujar castillos…