Ella tenía diez años,
trece él
el le hablaba del colegio,
del futbol,
de cine,
de poemas
de las cartas de amor,
de las novias que tenían todos sus amigos
Ella le preguntó
-¿y tú?
¿ tienes novia también?
-la tengo frente a mí-
le contestó dibujando una sonrisa,
extendió su dedo meñique
y ella estiró el suyo,
los unieron entrelazándolos
-como un nudo de marineros-
dijo él,
-como las rosquitas de maíz-
dijo ella ruborizada,
luego, lo soltó,
Con el corazón
latiendo a mil por hora
ella se fue corriendo
y partió…
Casi cumplía los catorce
él ya tenía dieciséis
le hablaba del futbol,
de la Pre,
del cine,
de los libros,
los poemas,
de las cartas de amor,
de las novias de todos sus amigos.
Ella le preguntó
-¿y tú
¿tienes novia también?-
El le contestó:
-la tengo frente a mí, esta vez, no la dejaré partir-
Y le extendió la mano
dibujando una sonrisa,
ella le brindó la suya.
se unieron en un abrazo
largo, largo…
-como los marineros
cuando vuelven a tierra- dijo él,
-enorme, como el de una osa-
susurró ella ruborizada,
y luego
mirándole a los ojos
con el corazón
latiendo a mil por hora,
a su lado
para siempre
se quedó.
trece él
el le hablaba del colegio,
del futbol,
de cine,
de poemas
de las cartas de amor,
de las novias que tenían todos sus amigos
Ella le preguntó
-¿y tú?
¿ tienes novia también?
-la tengo frente a mí-
le contestó dibujando una sonrisa,
extendió su dedo meñique
y ella estiró el suyo,
los unieron entrelazándolos
-como un nudo de marineros-
dijo él,
-como las rosquitas de maíz-
dijo ella ruborizada,
luego, lo soltó,
Con el corazón
latiendo a mil por hora
ella se fue corriendo
y partió…
Casi cumplía los catorce
él ya tenía dieciséis
le hablaba del futbol,
de la Pre,
del cine,
de los libros,
los poemas,
de las cartas de amor,
de las novias de todos sus amigos.
Ella le preguntó
-¿y tú
¿tienes novia también?-
El le contestó:
-la tengo frente a mí, esta vez, no la dejaré partir-
Y le extendió la mano
dibujando una sonrisa,
ella le brindó la suya.
se unieron en un abrazo
largo, largo…
-como los marineros
cuando vuelven a tierra- dijo él,
-enorme, como el de una osa-
susurró ella ruborizada,
y luego
mirándole a los ojos
con el corazón
latiendo a mil por hora,
a su lado
para siempre
se quedó.