u n p o c o s o b r e m í
Mi primer contacto con el abecedario, se remonta a cuando tenía tres años. Vivíamos en Huacho. Como hija única y demasiado traviesa, mis padres no tuvieron mejor idea que mandarme al colegio. Iba sólo por las mañanas y esta aventura duró un año y medio.
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No imaginé jamás que esta aventura continuaría y se afianzaría en mi vida de esta forma, como otra necesidad, como otra pasión. Escribir para niños es una dulce tarea que lleva mucho tiempo, dedicación y esmero. Tardo en corregir, en revisar, en pulir. Es un trabajo que hago con mucho respeto porque terminará en manos de los niños. Los niños son sabios, poseedores de ojos capaces de ver el mundo de la manera más sincera y fantástica. Un niño, no acepta que lo engañen, ni que lo traten como un incapaz.
Me cuesta mucho aceptar que me digan que soy escritora o ilustradora. Disto mucho de serlo. Sólo escribo desde lo más profundo del corazón y las entrañas, soy una convencida de que cuando se le pone alma a lo que se hace, todo fluye de manera casi espontánea, guiada por aquellos duendes misteriosos de la inspiración. Si tuviera que responder el orden de intereses en mi vida, diría que lo que ocupa el lugar primero es mi familia y el amor que nos rodea. Mi marido, nuestros hijos, nuestros nietos, nuestra vida compartida, entre, para y por ellos. Trabajo desde hace años en una institución sin fines de lucro, dedicada a llevar y difundir la lectura a los niños, en los lugares más recónditos y necesitados de nuestro país. Fomentar la creación de bibliotecas y realizar talleres para motivar la creatividad artística y literaria es una tarea que hago con entrega y me colma de felicidad. Soy absurdamente tímida, disfruto muchísimo en familia y en grupos pequeños de amigos y amigas entrañables, amo la tertulia, la música, el teatro, el cine, los libros. Viajar por mi país, estar cerca de la naturaleza me motiva y nutre. Soy una agradecida de la vida y procuro ver el lado bueno de las cosas. “Encuentra bello todo lo que puedas, la mayoría no encuentra nada suficientemente bello” decía Van Gogh, en medio de su sensibilidad incomprendida. Así trato de ver el entorno, a la estirpe humana, hermosa reina de la creación a la que pertenezco y que a veces se pierde en la más terrible oscuridad. Cultivo la esperanza y trato de poner algo de mi parte para que se extienda. Soy una convencida de que el amor, es la fuerza más poderosa que existe en el mundo, sólo cuando hay amor puede haber entendimiento y paz. Me encantaría poder envejecer haciendo lo que hago hasta el último minuto que me quede de vida. |